Inspira

ENTREGAR

Entregar es ser lo suficientemente responsable de ti mismo como para saber que solo no puedes, que todo en la vida necesita de tu voluntad y de tu capacidad para sostener, accionar y comprometerte, pero también de la ausencia de voluntad y de tu capacidad para soltar, confiar y dejar ir.

Entregar es hacer partícipe de tu vida a la Totalidad y permitir que sea ella la que se ocupe de ti, no porque en algún momento haya dejado de hacerlo o porque se rompiera la conexión, eso es imposible, sino porque nosotros, a través de nuestra mente reactiva y egoica, hemos creído en la separación y en la existencia de un dios que vigila, que quita y da, que se ocupa o no, que nos somete a pruebas, y cuya voluntad no tiene por qué ser la nuestra.

Si te das cuenta, entregar es aprender a vivir sin miedo, sin desconfianza y sin esa necesidad tan humana de controlar. Entregar es dar tu vida a quien mejor se puede encargar de ella, porque, aunque tu mente no lo crea, el Universo sabe cuidarte mucho mejor de lo que tú nunca podrás hacerlo.

Entregar implica una apertura absoluta. Es la renuncia a la voluntad de tu ego, para unirte a una Voluntad mayor, infinitamente sabia y amorosa. La entrega, más que un acto o un proceso, es un resultado. Es la consecuencia inevitable de la humildad y del reconocimiento y la aceptación de nuestros límites. La entrega es un desprendimiento que nos permite trascender la dualidad y reconocer nuestra verdadera naturaleza. No hablaríamos de ella sino fuera porque en algún momento de nuestra vida nos autoengañamos y creímos que somos capaces de controlar algo.

He escuchado a muchas personas decir que entregar cuesta. Yo no creo que sea difícil entregar. Creo que es algo natural que se manifiesta según vamos haciéndonos conscientes de quiénes somos y de dónde estamos. Quizá, la verdadera dificultad se encuentre en desvincularnos de la mente y del ego, en afrontar nuestra soberbia, la falta de dignidad y el miedo que tenemos a confiar. ¿Nos sentimos lo suficientemente dignos como para permitir que el Universo se encargue? ¿Podemos sentirnos cómodos con la idea de soltar el control? ¿Podemos aceptar, con humildad, que no sabemos? ¿Podemos aceptar que quien sabe es el Universo? ¿Somos capaces de confiar en lo que no podemos ver, en aquello que está oculto a los ojos de nuestra personalidad?

Y para terminar, ¿cómo entregar? Prueba a poner intención, a enfocar tu mente en la entrega. Hazlo poco a poco para que puedas ir ganando confianza. Primero, suelta y entrega aquello a lo que no estás muy apegado. Después, podrás entregar lo que más te asusta o aquello en lo que más expectativas has puesto, eso que tu ego tanto necesita controlar. Imagina como le das a quien para ti representa el amor incondicional -da igual que sea la Madre Tierra, Dios, el Universo, tu guía, quien tú quieras-, todo aquello que te preocupa, que te asusta, tus deseos o tus proyectos. Mentalmente construye tu mantra. Por ejemplo: ”entrego mi voluntad a la Voluntad Divina” o “te entrego todo lo que me preocupa para que te encargues de ello”. Construye una frase con la que tú vibres, que sea sencilla y corta. Practica llevar tu atención a esa Fuente de amor siempre que puedas, y entrega. Con la práctica y con el paso del tiempo, vas a darte cuenta de que ya no necesitas entregar porque tendrás la certeza de que el Universo siempre ha estado y siempre estará detrás de todo. Sabrás que tu Voluntad siempre fue su Voluntad.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Junior Moran

Photo by Junior Moran


SUEÑOS

Los sueños tienen algo de mágico, de infantil. Nuestros sueños representan nuestros más profundos anhelos, eso que nos puede devolver la plenitud que, en algún momento, perdimos.

Nuestros sueños son el impulso que nos empuja a seguir. Cuando soñamos nuestros sueños, estamos imaginando una realidad que está por venir. Imaginar es crear a través de nuestra visión profunda y de nuestro corazón.

Cuando soñamos, regresamos a ese momento en el que no dudábamos de nuestra inocencia, y en el que no cuestionábamos que merecemos por lo que somos y no por lo que hacemos. Cuando soñamos, volvemos a ser niños y nos damos la oportunidad de reencontrarnos con nuestra auténtica naturaleza.

Soñar no es importante, es fundamental. Y lo es porque nuestro anhelo es lo que define nuestra acción, o así es como debería de ser. Porque soñar solo no sirve. Porque hay que trabajar. Porque debemos hacernos responsables de lo que deseamos manifestar.

La materialización de nuestros sueños depende, en gran medida, de nosotros. Pensemos en la Ley de Causa y Efecto. Según este principio universal, todo es el resultado de algo previo, y cada cosa que hacemos, pensamos o sentimos nos conduce a un efecto concreto. Según esta Ley, mi sueño es mi resultado, por tanto, la pregunta sería: ¿Cuáles son las causas que me pueden llevar a alcanzarlo?

Mi sueño me pide, no solo que lo imagine y lo piense, no solo que lo sienta antes de dormir. Mi sueño me pide que actúe, que dirija y enfoque mi energía, que mis acciones lleven su nombre. Mi sueño me pide compromiso, implicación. Me pide foco y dirección.

Debemos trazar un camino, diseñar una hoja de ruta que tenga como objetivo materializar lo que nuestro ser, con facilidad, ya imagina. ¿Qué estamos haciendo para alcanzar nuestro sueño? Esa es la pregunta.

Lo que anhelas, te anda buscando. Te necesita. Quiere dejar de ser un sueño para poder transformar tu vida.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Eidy Bambang Sunaryo

Photo by Eidy Bambang Sunaryo

CAMBIA

Y rápido. Todo eso que anhelas y que andas buscando, sin duda te está esperando, pero no puede manifestarse si tú no haces ningún cambio.

No ves la realidad tal y como es, tú ves la realidad tal y como eres. Si continuas siendo igual, si repites los mismos pensamientos, las mismas creencias, si tus hábitos internos son invariables, si buscas mantenerte en una constante por el apego al pasado o por el miedo al futuro, si no te das la oportunidad de hacerlo distinto, entonces, nada podrá cambiar ahí afuera. Tendrás doble ración de lo mismo. Y después, una tercera.

Pasará el tiempo, sí, y continuarás anhelando que el otro cambie, que tu vida mejore, que tu sueño tome forma y que la felicidad aflore, pero solo será un anhelo, un deseo, por cierto, muy frustrante, porque al no haberte comprometido con un cambio interno, aniquilas la posibilidad de su reflejo externo.

El intento de permanencia, repetir los mismos patrones, las mismas conductas, nos lleva a sostener una realidad rígida, invariable y extrema, cada vez más polarizada y más resistente. Si quiero que mi vida cambie pero no estoy dispuesto a modificar nada de mi vida interna, entonces, le estoy diciendo adiós a la posibilidad que tengo de manifestar lo que deseo. Me convierto en víctima, me desconecto de mi poder, y me olvido de mi responsabilidad, que no es otra que la de cambiar para colocarme en sintonía con lo que quiero crear.

Hay muchas cosas que no dependen de nosotros, en realidad, la mayoría. La vida es un flujo que no podemos ni deberíamos intentar controlar. La vida nos invita a que vayamos de su mano, sin resistencias.

Desconoces cuál puede ser su reacción, no sabes si te va a querer o no. Tampoco está en tus manos controlar si finalmente te despedirán. No sabes si algún día dejarás de tener tanto miedo, y tampoco si tendrás otra crisis de ansiedad. Lo que sí puedes hacer es cambiar tu forma de pensar, puedes dejar de mirar atrás y comprometerte con un cambio radical, puedes modificar tus creencias, puedes crear hábitos nuevos, puedes cambiar tu forma de hablar, puedes modificar tu actitud, puedes transformar la queja por un gracias, puedes, y debes, cambiar la manera que tienes de tratarte, puedes modificar la forma que tienes de relacionarte. Puedes cambiar.

Si cambias, todo va a cambiar. ¿Por qué lo sé? porque nos gobierna el karma y eso, traducido, significa que todo lo que hacemos tiene consecuencias, da resultados. Si no cambias, no puedes ver ningún cambio. La vida te pide un compromiso, quiere que estés alineado con lo que buscas.

Comprométete con el cambio que necesitas dar para que tu vida comience a cambiar. No esperes a que el otro cambie. No va a hacerlo hasta que tú no cambies. No esperes a que llegue el momento adecuado. El momento perfecto lo tienes aquí delante, en el presente, en el ahora. No esperes. Cambia. Muévete, haz algo distinto. No te quedes de brazos cruzados.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Manthan Gupta

Photo by Manthan Gupta

PETICIONES

Lo que yo hoy te quiero pedir es que, por favor, te permitas pedir ayuda. Hacerlo no es una muestra de debilidad. Todo lo contrario. Te hace más humano, más fuerte y, desde luego, resiliente. Pedir ayuda significa que sabes ver tus límites, que estas abierto a recibir lo que mereces y preparado para confiar y entregarte.

Hoy quiero decirte que deberías reconocer y aceptar tu herida. Si te tapas más los ojos, si te niegas a verte, nunca sabrás que cualquier dolor, tarde o temprano, cicatriza.

Ya no sirven las excusas, no busques más culpables. Sé que es difícil, pero ha llegado el momento de que te responsabilices. Sabes perfectamente lo que necesitas, no te engañes. Es hora de asumirte, de tomar decisiones, de cambiar hábitos y de modificar actitudes. Lo estás retrasando, y el tiempo, cuando está vacío de compromiso, se convierte en tu enemigo. Hoy quería recordarte y así, yo también me lo recuerdo, que tu vida no es de nadie, solo es tuya y tú eres el responsable. Hoy quería pedirte que, por favor, trabajes con tus necesidades.

Hoy te escribo pidiéndote que no abandones. Me encantaría que borrases de tu mente lo que me dijiste, y que no volvieras a sentir desesperanza. No renuncies. Quiero que recuerdes que todo es karma. Que tu constancia, tu compromiso y tu fe en lo que sueñas, tienen que dar resultado porque en esta vida todo tiene consecuencias. No pierdas la esperanza. Continúa y verás como todo lo que anhelas se manifiesta.

Hoy, mucho mejor que mañana, deberíamos comenzar a sanar creencias. Aunque solo sea por aquello que dicen de que “lo que crees, lo creas”, sentémonos y revisemos los pensamientos que nos limitan y nos encarcelan. Hoy, me encantaría pedirte que recordaras lo que ya sabes: a cada instante, eres libre de elegir lo que piensas. Decide dónde depositas tu energía.

Quiero pedirte otra cosa. Me he dado cuenta de que has vuelto a olvidarte. Hace tiempo hablamos de que eres importante y de que todo dependía de la forma de tratarte. Te has olvidado de cuidar de ti y de no juzgarte. Te pido que vuelvas a perdonarte, que priorices la relación contigo y que te abraces. Vuelve a mirarte al espejo como hacías antes.

Al ver que te sientes incompleto y que depositas toda tu felicidad en el otro o en lo que está por llegar, me gustaría pedirte que reflexionaras sobre qué es para ti la felicidad, porque, quizá, si la ves como una actitud interna, como una elección personal, tu insatisfacción se pueda convertir en paz interior.

Ésta sí es mi última petición: recupera tu entusiasmo, por favor. Yo lo he visto. Sé que lo tienes. Está en tu sonrisa, en tu niño interior. Habla a través de tus ojos, de tus palabras, de tu impulso y de tus ganas. Cuando has vivido entusiasmado todo ha funcionado. Entonces, ¿qué ha pasado?

Feliz presente,’

Almudena Migueláñez.

Photo by Frank Mckenna

Photo by Frank Mckenna

PUEDES HACERLO

Puedes relajarte. Es, sin duda, una de las mayores muestras de amor que puedes darte.

Te lo aseguro, puedes descansar, reposar y relajarte. Cuando lo hagas, todo comenzará a funcionar y a fluir de verdad.

Sé que tu mente no está de acuerdo conmigo. La mía tampoco. Sé que ella identifica el descanso con la muerte. ¿Cómo no vas a preocuparte? ¿Cómo no vas a intentar encontrar una solución? ¿Cómo vas a soltar el control y olvidarte?

Verás, la realidad es que todo eso que te preocupa tanto, que dices que te está matando únicamente puede colocarse y ajustarse, si te relajas y descansas. Si no lo haces, si intentas seguir controlando, nunca va a haber espacio. Eres tú, a través de tus pensamientos, quien está bloqueando lo que más necesitas desbloquear. Tu atención está puesta en el miedo. Estás cegado. Tus ojos no pueden ver las soluciones que necesitas porque solo están atentos al problema que tienen delante.

Es tu mente la que no te da descanso, ¿te das cuenta? Son tus pensamientos incesantes los que te hacen entrar en bucle, los que te dejan exhausto, los que te llevan a creer que tienes el control, que necesitas razones, alternativas y porqués, y la realidad es que toda esa tensión y todo ese intento de control aniquilan cualquier posibilidad de que puedas aclararte y obtener algún tipo de solución. Relájate, por favor.

Mientras tú te desgastas, te preocupas y te obsesionas, el Universo te está susurrando: “Confía en mí, relájate y descansa que Yo me encargo”.

La mejor solución para ti jamás podrá venir de tu mente porque, como sabes, ella tiene miedo. Tu mente es el ego. Sin darte cuenta, estás utilizando el miedo para intentar salvarte. Yo te pido que cambies de herramienta. Que te relajes, y dejes que, el que sabe, se encargue.

Tú mente no es capaz ni de imaginarlo, pero, en este momento, todo está ocurriendo, todo está en movimiento, la Tierra, los Planetas, tus células, tu vibración, tu agua interna. Todo está en constante cambio. Todo tiene un ritmo y todo forma parte de un flujo. Solo tu mente puede ver lo que te ocurre como un problema, una limitación o un gran obstáculo, porque tu mente juzga pero, ¿sabes una cosa? el Universo no lo hace; no juzga nada, no ve cosas malas, ni problemas, ni bloqueos ni dificultades. El Universo vibra en una frecuencia muy alta, es un fluir, una marea constante de soluciones.

Tu Alma está inevitablemente conectada a ese flujo, a esa infinita corriente, y es ella quien atesora todas las soluciones, pero el Alma, tu Universo interno, ni piensa ni se preocupa, y lo que necesita es que, cuanto antes, te relajes, confíes y le des espacio para que tome las riendas y se haga cargo de lo que tu mente consideró preocupación y problema.

Recuerda que no solo eres energía de hacer, de pensar, de accionar. Tú no solo eres Yang, también eres Yin. Eres un movimiento de contracción y distensión, de hacer y ser, de dar y permitir. Se trata de saber cuando hay que sostener y cuando hay que soltar. Si está ocurriendo algo en tu vida que para ti es una dificultad, por favor, relájate y suelta, no sostengas.

Si estás incansablemente preocupado, si la obsesión te come, me gustaría que te dieras la oportunidad de relajarte y de intentar no prestar atención al problema que te traes entre manos. Es posible que, al principio, estés asustado, pero tú y yo sabemos que puedes hacerlo. Me encantaría que comprobaras los resultados de permitirte vivir relajado.

Por último, quiero compartir contigo lo que yo siempre me digo:

“Pese al miedo, me permito confiar y relajarme. Sé que existe una solución perfecta para mí que se me revela en el mejor momento”.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez

Photo by Toa Heftiba

Photo by Toa Heftiba

MIEDO

Ya no quiero tenerte miedo. No voy a huir más de ti. Sé que puedo hacerlo, tan solo se trata de no creerte, de no regalarte mi atención ni mi tiempo, de no entregarme a ti.

No volveré a nombrarte. Ya no te regalo mis palabras. No tienes autoridad sobre mí.

No quiero enfrentamientos. No voy a comenzar una guerra contra ti. No habrá más intentos de hacerte desaparecer de mi piel ni de mi mente. Sé que si lucho, podrías verlo como una forma de quererte. Mi lucha te hace grande, te convierte en resistencia. Mi observación sin implicarme te coloca en el lugar donde debes quedarte.

Miedo, ya no te daré ni un milímetro de confianza. Mis puertas están cerradas, dejó de haber espacio. Hoy, elijo que no ejerzas más poder sobre mí.

No creas que te odio porque no es así. Entiendo cuál es tu función. Sé que pretendes protegerme de aquello que tú ves como una amenaza. También sé que depende de mí creer en ti o no. Soy yo quien te ha convertido en rey, quien te entronizó. Ahora ha llegado el momento de que, quien se siente en el trono, sea yo.

Tan solo eres un pensamiento, obcecado en recordarme un pasado que ya pasó, y en alertarme sobre un futuro peligroso que aún no llegó. Nada de lo que tú puedes ver es real para mí. Ya no. La verdad es que todo existe en el presente y que, en el aquí y el ahora, no hay lugar para ti.

Miedo, que quieres amedrentarme, te libero y te dejo ir. Me perdono por seguirte y por todas las veces que te he sido fiel. Sé que eres el resultado de una profunda falta de amor. Esa es tu mejor definición.

Cada vez que hablas, me estás pidiendo amor. Cada vez que gritas en mi estómago, me suplicas que, en vez de creerte y asustarme, te abrace y mitigue tu carencia con una dosis de compasión.

Ahora me doy cuenta de cuál ha sido mi error: creer que te necesito y que tienes poder sobre mí. La realidad es que eres tú quien me necesita a mí. Me pides ayuda para poder transformarte y liberarte de tu cárcel, aunque lo hagas desde el temor.

Ahora lo sé. Necesitas volver a ser lo que, en algún momento, fuiste: amor.

Eres tú, mi miedo obsesivo, preocupado y limitante a quien ahora observo y abrazo. Eres tú, pensamiento susurrante, sospechoso y desconfiado quien me enseña el significado de amar siempre y pase lo que pase.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Stephanie Moors

Photo by Stephanie Moors

QUIZÁ

Tu vida no es lo que esperabas. Quizá, no sea reflejo de tus expectativas. Quizá, aunque ahora no lo veas, es mucho mejor que así sea, porque vivir sin expectativas y sin esperar nada, seguro, es el puente hacia tu felicidad plena.

Quizá, puedes intentar otra estrategia. Tal vez, centrar tu atención en el presente, en el aquí y en el ahora pueda ser una manera de curarte de la enfermad de la espera.

Es posible que si cambias la rigidez de tu mente por la flexibilidad de tu Alma, el sufrimiento de tu ego por la aceptación, la reiterada queja por un gracias, te vayas, poco a poco, sintiendo mejor. Y tú ya sabes que si el sentimiento cambia, la vida cambia.

Quizá, es hora ya de comprometerte contigo mismo, de asumir que eres el responsable de tu vida. Quizá, es hora ya de poner límites, y de afirmarte diciendo “no” tantas veces como necesites.

Tal vez, podrías intentarlo y arriesgar. Se trata de jugar, de no tenerle tanto miedo a lo que pueda pasar. Haz, mójate aunque el agua te cale, pero sal y arriésgate. Tal vez, la sensación de haberlo intentando, de no haberte dejado arrastrar por el miedo, por el “no puedo” o el engañoso “mejor mañana”, te lleve a darte cuenta de que con solo intentarlo, ya has ganado, porque no se trata del resultado, sino de la sensación de estar vivo y jugando.

Tal vez, añadirle al “dar” su opuesto complementario: “recibir”, te haga percibirte completo y en sintonía con la corriente del Universo. Quizá, encontrar el motivo por el que te niegas a permitir, por el que no quieres abrirte a recibir, te lleve a descubrir que la culpa y el no sentirte digno son tus peores enemigos.

Quizá, confiar sea el verbo para ti, desde luego lo es para mí. Podrías conjúgarlo en presente indicativo: yo confío.

Quizá, pienso yo, dejar de hacer lo “correcto”, olvidarte de lo que los demás esperan de ti, y permitirte ser tú, pueda ser la solución a toda esa frustración. Tal vez, reconocer que no has venido aquí a satisfacer las necesidades y expectativas de nadie, y que tu obligación es cuidar de ti y, por encima de todo, ser siempre tú, pueden hacer que la vida alcance un nuevo y verdadero significado.

Es probable que si dejas de justificarte y te das cuenta de que no tienes que demostrar nada a nadie, puedas ser libre y, además, empoderarte.

Quizá, diciéndole adiós a la vergüenza, al juicio y al rechazo, encuentres el espacio que necesitas para reconocerte, aceptarte y comenzar a amarte.

Tal vez, curiosidad, optimismo, desapego y esperanza son palabras que podrías escribir en el espejo del baño. Quizá, practicarlas a diario, te conduzca a la paz y a la serenidad que andas buscando.

Quizá, todo sea mucho más fácil de lo que siempre has creído. Por eso, mi propuesta es que te permitas dudar de tus creencias.

Quizá, cuando decidas dejar de atosigarte, de reprenderte y de castigarte, puedas escuchar al Universo que, desde el silencio, inspira diciéndote: CUIDO DE TI, PUEDES RELAJARTE.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Fancycrave

Photo by Fancycrave